vendredi, 25 juin 2010
Pasión digital
phot Sara
Por Antonio Zamora
Algo en él no le perdonaba que la hubiese abandonado. Hacía ya más de dos semanas desde que don José María Peña, vecino de Miranda del Duero, solterón y curtido profesor de Matemáticas en el instituto local, decidiera no volver a encontrarse más con Lucinda, la joven enfermera quince años más joven de la que la primavera anterior creía haberse enamorado.
Entonces, mientras ella le curaba amorosamente aquella inoportuna fístula anal, el maduro profesor había llegado a la conclusión de que no había otra mujer igual. Y tras un mes de asedio y ofrendas de rosas rojas, la chica se había rendido finalmente a sus pretensiones. A una inaugural salida al cine vestido de domingo siguieron varias cenas almibaradas que culminaron en el primero de los encuentros en casa de él. Y estos se acabaron haciendo tan frecuentes e intensos que el profesor no dudó en invitar a su amada a unas cortas vacaciones de verano en Torrevieja.
Hasta que don José María no aguantó más. Sentía que aquella relación le desasosegaba, que le alteraba de manera intolerable sus rutinas. Ya era bastante grave que hubiese empezado a incumplir compromisos hasta entonces sagrados para él, como el paseo matinal de las siete, su siesta de las cuatro y media o el dominó de las seis. Además, Lucinda desordenaba su habitación, le escondía los gemelos, se bebía su vino, reía sin parar. ¡Y toda aquella palabrería sentimental! Pero sobre todo... Sobre todo, resultaba desconcertantemente impúdica en la intimidad.
Y la abandonó. Sin explicaciones. Simplemente dejó de contestar a sus llamadas.
Pero algo en él no podía entenderlo, y mucho menos perdonarle. Era su dedo corazón, el de la mano izquierda. No aceptaba su decisión. Se negaba a renunciar a Lucinda, la única mujer que le había hecho realmente feliz. En su presencia, el dedo sentimental se había sentido renacer. Ella le había permitido conocer la pasión, el juego amoroso, la maravilla de ser deseado. Por primera vez en su vida tenía una misión y un cuerpo en el que cumplirla. Añoraba desesperadamente aquellos encuentros con la alegre muchacha, sus suaves deslizamientos por los tiernos labios, sus incursiones en espiral hasta lo más alto de aquellos generosos senos. Añoraba, sobre todo, la húmeda calidez de su sexo. Se aproximaba siempre muy despacio desde la leve trinchera del ombligo y, una vez en el rizoso bosquecillo, dibujaba un lento círculo de reconocimiento. Entonces se lanzaba alegremente a la exploración de aquellos pliegues, tan salvajes y dóciles a la vez, que recorría primero con marcada curiosidad y a continuación con creciente frenesí. Hasta que acababa emergiendo gloriosamente empapado y exhausto.
Cómo añoraba eso.
Y el dedo se deprimió. Se fue encorvando poco a poco, de forma casi imperceptible. Dejó de responder a su legítimo dueño. Don José María comenzó a advertir la inconveniencia en actos tan cotidianos como rascarse la nariz o como borrar la pizarra en clase. La segunda vez que se le cayó el borrador al suelo, se sonrojó vivamente y tuvo que apoyarse unos segundos en su mesa para no perder el equilibrio. Desde entonces ordenaba limpiar la pizarra al alumno más cercano. El dedo sólo abandonaba su letargo cuando su propietario, ahora tirano, pasaba cerca del hospital. Adivinaba entonces la proximidad de ella y comenzaba a temblar y a dar nerviosos saltitos dentro del bolsillo del pantalón, donde pasaba cada vez más tiempo recluido. Eso desasosegaba muchísimo a don José María, que apresuraba el paso con gesto desencajado. Pero la del dedo era una euforia pasajera, a la que invariablemente seguía un estado depresivo aún más pronunciado que el anterior. Su melancolía era tan extrema que el resto de dedos de la mano empezaba a entristecerse también. Y don José María, avergonzado, empezó a rehuir a sus semejantes y hasta dejó de acudir a la partida de dominó de todas las tardes, temeroso de ser descubierto.
Una mañana, durante el paseo diario, aprovechando un leve resbalón del profesor sobre una hoja otoñal, el dedo deprimido quiso acabar con todo. Se lanzó en picado hacia el suelo, arrastrando al resto del cuerpo en su suicida determinación. Intentó clavarse hasta el fondo, pero la solidez del pavimento se lo impidió con notable dolor para el sobresaltado docente. Maltrecho, se incorporó con dificultad y examinó su mano. Advirtió con los ojos muy abiertos que el dedo kamikaze, dislocado, se obstinaba en señalar no sabía qué punto lateral al que él ni siquiera se atrevió a mirar. Pensó que había que actuar con rapidez, antes de que sus compañeros se contagiasen de su locura de amor y decidiesen abandonar ellos también el orden establecido. Lo aferró con la mano leal y tiró con fuerza de él hasta devolverlo a la rectitud. Según pudo observar, la expeditiva muestra de autoridad hizo comprender a los otros dedos, de pronto más dóciles, las virtudes de la obediencia. Pero muy pronto tuvo que ver también cómo una ira feroz se adueñaba del apéndice sentimental, que crecía y crecía incontenible. A punto de estallar, adquirió un tono azulado que don José María identificó con el de la más descabellada utopía.
Se vio obligado a aprisionarlo de inmediato en una rígida camisa de fuerza, con el propósito de mantenerlo en ella hasta que depusiera su insensata actitud. Ahora, al menos, reflexionaba don José María, su insolencia estaba oculta a las miradas de los demás. Pero no podía evitar sentir, cada vez que contemplaba su mano, que el dedo enamorado se vengaba de él con la más obscena de las burlas.
Antonio Zamora
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Toi, le limnologue

Tu es le premier limnologue que je rencontre. Lorsque tu as prononcé ton prénom, puis ton nom, je n'ai rien ressenti. Ils ne voulaient rien dire. Ils ne parlaient pas de toi. Je le pressentais à tes yeux lointains.
Et puis tu as dis :
- Je suis limnologue.
Et la terre s'est entrouverte sous mes pieds. Du fond des âges est monté un chant néanderthal. J'ai compris que tu savais la science des eaux superficielles continentales ou intérieures. Mes eaux intérieures t'étaient révélées avant même que je n'en prenne conscience. Tu lisais au-delà de mon cordon ombilical mais tes yeux restaient lointains, comme deux pierres d'une planète anciennement belle et morte.
Tu as répété, à quelqu'un qui ne comprenait pas :
- Limnologue. Li-mno-logue.
Et je disais en moi-même "limnologue. Limnologue".Quand j'ai rouvert le troisième oeil, tu parlais de François-Alphonse Forel et des lacs suisses. J'ai voulu parler de Thomas Mann et de mon meilleur ami, Hanno Buddenbrook. Mais tes yeux glacés ne m'entendaient pas.
Alors j'ai repris rendez-vous avec le sophrologue aux trois palmiers, celui qui manie le pendule. Je veux comprendre. Je veux savoir. Je veux guérir la blessure des eaux dormantes, celle qui ne t'intéressait pas.
Esther Mar et Edith de CL
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jeudi, 24 juin 2010
Rompre et parler suédois
rétroviseur par Sara
Rompre et parler suédois, par Manuel Gerber
Ami lecteur, amie lectrice,
Hier, Nils Bergman a décidé de mettre fin à sa relation amoureuse avec Axel Johansson, jeune écrivain suédois. Il lui écrit aujourd’hui ce court message :
Hej Axel,
Det var trevligt att ses i går, trots allt.
Hoppas du mår bra. Jag är verkligen ledsen att det blev som det blev, men ibland är livet inte så lätt.
Jag har läst och rättat din roman. Det blir ganska många fel om man ska rätta varje detalj, men det är ändå en bra roman.
Kram,
Nils
Hej: bonjour
Det : cela
Var: était
Trevligt: bien
Att : de
Ses: se voir
I går: hier
Trots: malgré
Allt: tout
Hoppas : j’espère
Du : tu
Mår: vas
Bra: bien
Jag : je
Är : suis
Verkligen vraiment
Ledsen: triste
Att : que
Blev: s’est passé
Som : comme
Men: mais
Ibland parfois
Är : est
Livet : la vie :
Inte: pas
Så: si
Latt: facile
Har: ai
Läst : lu
Och et
Rättat : corrigé
Din : ton
Blir : semble
Ganska : assez
Många : beaucoup de
Fel: fautes
Om: si
Man: on
Ska : doit
Rätta : corriger
Varje: chaque
Detalj : détail
Ändå: pourtant
En : un
Bra : bon
Kram : bise
Particularités :
- En suédois, le verbe se trouve toujours en deuxième position après un complément. Cette particularité vous rappelle-t-elle une autre langue ? Souvenez-vous de notre dernier cours de néerlandais. Ces deux langues sont extrêmement proches.
Ibland är livet inte så lätt (parfois est la vie pas si facile)
- Une autre grande particularité est que le verbe conjugué est toujours le même à chaque personne :
Vara (être)
Jag är
Du är
Han (il) är
Hon (elle) är
Det (cela) är
Vi är
Ni är
De är
Sachez chers lecteurs que le suédois est également parlé en Finlande et compris, bien que les différences soient nombreuses, par les Danois et les Norvégiens. Ceux-ci peuvent répondre dans leur propre langue. Des échanges en danois, en suédois, et en norvégien ont lieu quotidiennement Quand pourrons- nous, francophones, apprendre à comprendre les autres langues latines ? Aurions-nous besoin d’apprendre à les parler si leurs locuteurs nous comprenaient en retour. Quel dommage de parler l’anglais à un Portugais ou à un Italien, alors que nos langues sont si proches!
PS : je vous laisse mon courriel, si vous voulez me faire part de vos commentaires : manuelgerber@gmail.com
Manuel Gerber
Bruxelles
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mercredi, 23 juin 2010
Villa Montsouris
Ours love
Vous deviez danser, danser comme des fous, jusqu’à la dernière transe. Vous deviez porter les visions de ceux qui prennent des drogues. Vous deviez raviver les divinités mayas qui pleurent dans les oublis. Vous deviez chanter les invocations aztèques, en nahuatl, et mourir à l’hier comme on naît à demain.
Vous deviez ressusciter le vaudou du brésil et celui de Guyane. Vous deviez réciter le testament de Fidel Castro. Vous deviez faire tout cela et d’autres choses encore, les serpents attendaient dans des grands paniers de sables. Il y avait des plantes exotiques sur votre passage et des fontaines luxuriantes dans le jardin de la fête.
Lorsque je suis arrivée, il n’y avait plus personne. Des traces de la cérémonie gisaient au sol piétiné. Une grenouille croassait, un lézard mort au pied d’un mur me rappelait Jim Morrison. Ce n’était pas mai 68, c’était mai 2008 et ça avait tourné au désastre. Alors j’ai fini les champignons hallucinogènes et dans ma mémoire, remontèrent des scènes des Racines du Ciel, de Romain Gary et John Huston. Et je me suis dit : il y a un temps pour les révolutions de rue et un temps pour les révolutions intérieures. Et j’ai fait ma révolution intérieure.
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mardi, 22 juin 2010
Waterloo II

Durban Durban Durban ! Oh, Durban, morne plaine !
Comme une urne où recuit le maillot de la haine
Dans ton cirque de sueur, de gazon, de ballon
La pâle France hélait son mesquin bataillon
D'un côté c'est l'Afrique et de l'autre, l'absence
Choc navrant! Des blaireaux Dieu cachait l'inconstance
Tu désertais, victoire, et les bleus nous terrassent.
Durban, Durban ! je pleure et je tempête, hélas.
Car ces derniers félons de la dernière ornière
Furent bas ! ils gagnaient tout l'argent de la terre
Et l'amour du pays. Mais au creux de leur âme
Le néant seul régnait loin de la moindre flamme.
Lire Waterloo, de Victor Hugo :
Waterloo ! Waterloo ! Waterloo ! morne plaine !
Comme une onde qui bout dans une urne trop pleine,
Dans ton cirque de bois, de coteaux, de vallons,
La pâle mort mêlait les sombres bataillons.
D'un côté c'est l'Europe et de l'autre la France.
Choc sanglant ! des héros Dieu trompait l'espérance
Tu désertais, victoire, et le sort était las.
Ô Waterloo ! je pleure et je m'arrête, hélas !
Car ces derniers soldats de la dernière guerre
Furent grands ; ils avaient vaincu toute la terre,
Chassé vingt rois, passé les Alpes et le Rhin,
Et leur âme chantait dans les clairons d'airain !
…
Et cette plaine, hélas, où l'on rêve aujourd'hui,
Vit fuir ceux devant qui l'univers avait fui !
Quarante ans sont passés, et ce coin de la terre,
Waterloo, ce plateau funèbre et solitaire,
Ce champ sinistre où Dieu mêla tant de néants,
Tremble encor d'avoir vu la fuite des géants !
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La Rostolane
In memoriam Elle.
J'ai aimé l'astuce de Joël Robuchon : faire cuire chaque légume séparément, avant de les marier en une cuisson finale.
Je vous donne la recette de la Rostolane, inventée au soir du 21 juin de l'an 2010. Nous étions deux, nous la mangeâmes accompagnée d'un vin des Trois Colonnes et nous l'aimâmes.
Il faut d'abord mettre un bout de beurre dans une casserole et y découper un fenouil en lamelles. Un peu de miel aussi, ainsi le fenouil qui doucement dans le beurre et le miel.
Pendant ce temps, dans une poele, on fait revenir les lamelles de deux ou trois courgettes dans l'huile d'olive.
Pendant ce temps, dans une autre poêle, on fait frire, tout doucement et en surveillant, une aubergine coupée en tranche (dans la longueur ou la largeur, comme on préfère), dans de l'huile d'olive.
Pendant ce temps, au fond d'une grande cocotte ou casserole, on fait revenir de l'ail, des échalottes, des oignons (deux ou trois oignons d'espèces différentes, pour un bon bouquet oignonal...), dans beaucoup de beurre. On sale et poivre à volonté.
Et dans la dernière casserole, il faut dans un verre d'eau faire cuire deux ou trois tomates avec une cuillère de moutarde et du piment "langue d'oiseau" pili pili.
Dès que quelque chose est bien revenu, on l'ajoute dans la cocotte où mijotent les petits oignons, ails et échalottes. J'ai ajouté d'abord le fenouil, puis les courgettes, puis les aubergines, puis les tomates. Recouvrir ensuite d'un couvercle et laisser tout ça se mélanger, se fondre, s'embaumer durant de longues minutes.
Servir dans un beau plat et s'il en reste, garder pour le lendemain. Réchauffée après une nuit et un jour d'attente au frigo, la Rostolane sera encore meilleure !
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lundi, 21 juin 2010
Album de route et de mer
Même les adultes n’osent plus refermer les arches et les ponts qui laissent l’enfant, les chiens et le poisson passer. Les photos sont très belles et l’une d’elle rappelle le film Arizona dream, qui est une autre histoire de poisson.
Petite brouette de survie
Par Tieri Briet
et Alexandro Martinez
Éditions Où sont les enfants ?

Le rêve du poisson
La nuit, au milieu d’une photo noire et jaune, un poisson du frigo demande au petit garçon de le ramener jusqu’à la mer.
L’enfant écoute la demande. Le jour suivant, à l’école, il rassemble les informations dont il a besoin. Alors, grâce au rêve du poisson, l’enfant vit une aventure magnifique.
Fini, l’école, les obligations. On construit une brouette-cabane et on part.
On va chercher la mer. Les chiens sont d’accord pour venir.
Même les adultes n’osent plus refermer les arches et les ponts qui laissent l’enfant, les chiens et le poisson passer. Les photos sont très belles et l’une d’elle rappelle le film Arizona dream, qui est une autre histoire de poisson.
Le poisson a peur des allumettes, du feu et de la folie des hommes. Mais l’enfant n’a pas peur du ventre de la mer, ni de la très ancienne langue animale difficile à comprendre.
La plus belle page, c’est quand l’écume des petites vagues rafraîchit les jambes du petit garçon, et qu’enfin le poisson va entrer dans la mer.
C’est bien d’avoir les pieds dans la mer, de rendre l’océan aux poissons, et de rendre les poissons à l’océan. Ce livre me rappelle une phrase du chef Indien Nez-Percé Smohalla. "Mes jeunes gens ne travailleront jamais. Les hommes qui travaillent ne peuvent rêver. Et la sagesse nous vient des rêves."

25 mai 2006
Edith de Cornulier-Lucinière
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dimanche, 20 juin 2010
Sommaire de la Dernière Messe
phot Sara
"Nous avons, pour beaucoup d’entre nous, réalisé bien plus tard que ces deux êtres nous ressemblaient sans doute beaucoup plus que ce que nous avions imaginé, et, au fond, parce que nous aimons ces fascinations qui nous font rêver, elles nous ressemblaient beaucoup plus que ce que nous avions espéré.
Mais elles vivaient d’être un rêve, une légende, et nous nous repaissions de leur étrangeté".
Hélène Lammermoor, La dernière messe.
Traduit par Edith de CL
La dernière messe,
Sommaire
Hélène Lammermoor
traduit du nahuatl par Edith de Cornulier-Lucinière
Livre I Ouverture de la nuit opale
I Ouverture
II Le vent
III Rêve de bar
IV Oiseaux en partance
V Tango de minuit
Livre II Premiers souvenirs de Saint Jean En Ville
I Une carmélite
II Dans l’abîme des phares
III Angéla, Angéla
IV Le fauve blessé
V Le temple de Dionysos
VI Hommes amoureux
Livre III Le temps des reconversions
I Dies Irae
II Tombes dans la brume
III Tous les grains du chapelet
IV L’exaltation aux fenêtres
V Bris
VI Je confesse à Dieu tout puissant…
Livre IV La cuisine des vivants
I La route de Vanatabi
II Le cercle
III Docteur Philippus
IV La crèche
Livre V Résurrection
I Les chemins de rédemption
II La mort
III Paillettes et mantras
IV Requiem
V Kristina Carlson-Brousse
VI Dernière escale
VII Le jour, l’éternité
Annexe
Lettre de Sam Rey
Chronologie de la diva Tanglot Sango, avec une photographie
Partition de la chanson Tango de nuit
Carte et images de Saint Jean en Ville
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La canción del zorro y el cuervo
photo Sara
Zorro viejo huele rosa
delicada, dulce, tierna.
Zorro viejo huele rosa
y la busca y la desea.
Cuervo joven tiene rosa
en su rama solitaria.
Cuervo joven tiene rosa
en su pico y en su alma.
“Joven cuervo, ¡eres tan bello,
tan perfecto, tan sensible...!
¿No podrías cantarme aquello
que tus dulces ojos dicen?”
Cuervo joven se emociona,
va a iniciar ya su graznido.
Cae la rosa de su boca,
cae la rosa en un suspiro.
Una espina en el hocico
del zorro viene a clavarse.
Un aullido dolorido,
¡una carrera salvaje!
Cuervo joven, apenado.
Zorro viejo, escaldado.
La rosa yace en el barro...
y este canto se ha acabado.
Antonio Zamora
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mercredi, 16 juin 2010
Le retour de flamme du marquis de Varembon

Cette note fait suite à Mademoiselle de Tournon frappée au coeur
Ce funeste convoi étant au milieu de la rue qui allait à la grande église, le marquis de Varembon, coupable de ce triste accident, quelques jours après mon partement de Namur s'étant repenti de sa cruauté, et son ancienne flamme s'étant de nouveau rallumée (Ô étrange fait !) par l'absence, qui par la présence n'avait pu être émue, se résout la venir demander à sa mère, se confiant peut-être à la bonne fortune qui l'accompagne d'être aimé de toutes celles qu'il recherche ... Il arrive justement sur le point que ce corps, aussi malheureux qu'innocent et glorieux en sa virginité, était au milieu de cette rue. La presse de cette pompe l'empêche de passer. Il regarde que c'est. Il avise de loin, au milieu d'une grande et triste troupe de personnes en deuil, un drap blanc couvert de chapeau de fleurs. Il demande que c'est...."

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mardi, 15 juin 2010
Mademoiselle de Tournon frappée au coeur I
(La suite à venir : la flamme du marquis de Varembon )
tiré des "Mémoires" de Marguerite de Valois, publiée par Martine Reid dans la collection "Femmes de lettres" qu'elle a créée chez Folio. (Gallimard 2010)
Photo de Sara
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samedi, 12 juin 2010
En attendant la Jérusalem céleste

« Jérusalem, Jérusalem, combien de fois j’ai voulu rassembler tes enfants comme une poule rassemble ses poussins sous ses ailes !»
Et la phrase entière :
Jérusalem, qui tues les prophètes et qui lapides ceux qui te sont envoyés, combien de fois j’ai voulu rassembler tes enfants
comme une poule rassemble ses poussins sous ses ailes, et vous ne l'avez pas voulu !»
J-C
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vendredi, 11 juin 2010
La raison d'État
"Dimanche 6 mai 1962 Le clan des officiers de marine de Kébir, qui passe pour être toujours le plus lucide dans la confusion générale, fait aujourd'hui le point de la situation :
"le Gouvernement écrase sa victime et la tient étroitement ficelée pendant que le F.L.N. l'égorge".
Journal d'un prêtre en Algérie, Oran 1961 - 1962. Editions Harriet/ Jean Curutchet, 1996 (première édition 1964)
trouvé et acheté le 7 juin 2010 chez Joseph Gibert (ou gibert jeune?)
Un prêtre est envoyé à Oran en 1961. Il raconte dans son journal les événements au jour le jour...
(Attention violent : à ne mettre que dans des mains averties)
Par Chiquita
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jeudi, 10 juin 2010
ne jamais abandonner la théorie sexuelle


"J'ai encore un vif souvenir de Freud me disant :
"Mon cher Jung, promettez-moi de ne jamais abandonner la théorie sexuelle. C'est le plus essentiel ! Voyez-vous, nous devons en faire un dogme, un bastion inébranlable".
Il me disait cela plein de passion et sur le ton d'un père disant :"Promets-moi une chose mon cher fils : va tous les dimanches à l'église !" Quelque peu étonné, je lui demandai : "Un bastion - contre quoi ?" Il me répondit :"Contre le flot de vase noire de ..." Ici il hésita un moment pour ajouter :"... de l'occultisme !"
Ce qui m'alarma d'abord, c'était le "bastion" et le "dogme" ; un dogme c'est à dire une profession de foi indiscutable, on ne l'impose que là où l'on veut une fois pour toutes écraser un doute. Cela n'a plus rien d'un jugement scientifique, mais relève uniquement d'une volonté personnelle de puissance."
extrait de :
C.J. Jung "Ma vie, Souvenirs, rêves et pensées"
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mercredi, 09 juin 2010
François
Nous nous arrêtions au restaurant, en face d'une gare, et je mangeais des oeufs en me sentant coupable vis à vis des poules, des poussins mâles et des poulets. Il était neuf heures du matin sous la pluie, ou onze heures dans le vent, ou trois heures de l'après-midi sous le soleil, ou le soir, dans la faîcheur revigorante du déclin du jour. Et nous parlions de ce qui ne nous intéressait pas, et nous taisions ce qui nous intriguait. Aujourd'hui je peux dire que je t'ai rencontré. Je ne peux pas dire que je te connais.
Toi, tu écoutais cette chanson d'Abba : "the winner takes it all" et tu disais que ta vocation de prêtre était née de cette chanson. Tu entamais de longs monologues sur la beauté inentamée, inégalée du chant grégorien et tu disais que Duruflé et Messiean l'avaient senti. Tu chantais avec les oiseaux et tu citais les deux Saint François, celui de Salles et celui d'Assise, le traité de l'amour de Dieu et le cantique de Frère Soleil. Tu marchais devant moi et ta robe noire flottait. Les gens se retournaient à notre passage et m'interrogeaient des yeux. J'ignorais leur quémanderie et m'occupais de te suivre, toujours plus loin, parce que tu ressemblais à Arnaud, le cousin perdu. Tu n'avais ni ses yeux, ni sa voix, mais ta peau était transparente comme la sienne, si inhumaine que je n'imaginais pas que tu aies pu être un adolescent un jour ou que deux doigts d'une main ait pu toucher ton visage. Tu disais que nous devions repartir en croisade, pour accueillir l'ère du Verseau. Et tu fuyais, ce que je mis du temps à deviner. Tout ce que tu fuyais nous rattrapait au détour d'une journée et il fallait repartir plus vite, plus loin. Nous nous arrêtions au restaurant, en face d'une gare, et je mangeais des oeufs en me sentant coupable vis à vis des poules, des poussins mâles et des poulets. Il était neuf heures du matin sous la pluie, ou onze heures dans le vent, ou trois heures de l'après-midi sous le soleil, ou le soir, dans la faîcheur revigorante du déclin du jour. Et nous parlions de ce qui ne nous intéressait pas, et nous taisions ce qui nous intriguait. Nous étions sur la voie, en route vers la Chapelle du Vorbourg, où devait s'achever notre mission.
E CL
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